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''Tú eres Polaris'', respondió Hecarim. Con una voz templada tras siglos de servidumbre, explicó que Senna era la encarnación de la Aurora, y que él era su protector. Cada año, vigilaba las fronteras durante la ausencia de Polaris, mientras se escogía quien recibiría la bendición invernal. Su pasado era irrelevante, le dijo. Ahora, se requería su servicio.