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El cuerpo de Darius cayó sobre la tierra como un sacrificio más de un soldado. Pero su alma no descansaría. El Espíritu de la Guerra se levantó y recogió su hacha tan pronto como le fue arrancada de su mano mortal. Cual calamidad motivada solo por el derramamiento de sangre, Darius acecha el mundo mortal en busca de la adrenalina de la batalla.