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En cuanto Sion cobró vida, conoció la rabia, esa que lo llevaba a arrancar la mesa de operaciones, aplastar los huesos de aquellos hombres que jugaron a ser dioses... Una rabia que lo hacía saber que nunca sería el segundo ángel mecánico que quisieron hacer de él. A Sion le consume la rabia y se lo hará saber al mundo.