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Muchos olvidan que el corazón del Bosqueviejo alguna vez fue amable y bondadoso. En sus confines vivían hadas, espíritus del bosque y dríades, criaturas de tiempos pasados que miraban a la humanidad con curiosidad. Hoy en día solo permanecen unas cuantas, y pocas son como Soraka, quien ama a los humanos con ternura.