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Acudieron a Camille como si estuviesen en un oscuro letargo, entre susurros del Carnero ébano y rodeados por innombrables cosas que emergían de sepulcros olvidados mucho tiempo atrás. Ahora lanza rumores y siega los vestigios del nuevo mundo, sembrando la tierra con la brujería de sus antiguos maestros sonrientes.