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Nadie danza entre pasarelas y casas de moda como Camille. Disfruta permitiendo que sus rivales confundan su frialdad con desinterés, para acabar reducidos a polvo por sus innovadores diseños. Para la gala de invierno de este año, su propósito es dejar modernas bendiciones a todo el mundo, con la única condición de que recuerden quién se las ha brindado.