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El demonio que Tryndamere alberga en su interior ha asumido total control sobre su cuerpo humano y, con la ayuda de una fuerza sobrenatural, traza profundas heridas en el tejido que separa el reino demoníaco y el humano. Sin inmutarse ante mutilaciones que doblegarían a cualquier otro demonio, Tryndamere representa una rabia imparable, ineludible, que vive por ver cómo la luna sangrienta lo consume todo.