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Los manuscritos antiguos que siguen la órbita de la Luna de Sangre la describen no como un fenómeno celestial, sino como un vientre cósmico. A medida que las estaciones se acortan y la actividad del culto sigue aumentando, algunos temen que dé a luz a un nuevo tipo de demonio, una criatura que ayudará a llevar a cabo su propia ascendencia oscura.