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Confinado en un simple juguete debajo de unas tablas de madera, entre objetos de contrabando y moho, Shaco planeaba la destrucción del mundo. Lo único que necesitaba era un tonto que lo liberara y realizara los rituales, pero se confió demasiado. ¡Los miembros del Campamento Tenebroso nunca hacen bien los rituales!