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Bajo los tablones del suelo, entre el contrabando y el moho, y confinado dentro de un simple juguete, Shaco planeaba llevar al mundo a su perdición. Solo necesitaba que algún imbécil activase el juguete, lo liberase de sus ataduras y llevase a cabo una serie de rituales, pero debía habérselo imaginado..., ¡uno no puede esperar que un cliente del Campamento Escabullimiento haga bien un ritual!