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La elegancia discreta y el dominio de la música encantada de Sona pueden hacer que el corazón se vuelva loco, pero no te dejes engañar; todavía puede rajar a un hombre por la mitad a treinta pasos con las ondas de su arpa. Esa es la dualidad del amor: unas veces se gana y otras te parten en dos con ondas de sonido.