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La peculiar obsesión de Kalista, un ser demoníaco invocado en la noche de la luna sangrienta, con los ''traidores'' no conoce límites. Cualquier engaño, por pequeño que sea, tiene siempre el mismo castigo: la muerte. Como advertencia para los afortunados que conservan la vida, deja a sus víctimas colgando de las paredes de sus propias casas.