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Un pequeño número de los niños de Bosqueviejo pasan desapercibidos ante la creciente influencia del Aquelarre, para alivio tanto de eruditos como de narradores por igual. Desafortunadamente, esos niños en particular son algunos de los más caprichosos y peligrosos, entre ellos Veigar, el duende loco, y sus setas alucinógenas malditas.