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Rakan deseaba pelear al lado de su amada Xayah; juró ser el digno igual de aquella que había recibido la bendición del fenghuang. Aquel juramento habría de llevarlo a un terrible viaje de introspección, uno con paisajes hechos con sus más profundas pesadillas, plagado por sus miedos encarnados. Pero el amante se mantuvo siempre de pie en aquellos combates entre mente y cuerpo. Siempre apoyándose en la pureza y el amor que habitaban en su corazón, Rakan recibió finalmente la bendición del Dragón de la Devoción.