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El cazador Swain no reconoció a sus compañeros líderes y fue el primero en presentarse. Deseó las bendiciones de la Aurora para proveer mejor carne y pieles para su pueblo. Después de exponer su caso, hizo la más pequeña de las reverencias a Polaris, quien observó con un rostro tan sereno como el hielo que refleja la luz de la luna. Satisfecho, Swain se apartó y esperó su regalo.