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Ningún otro luchador hacía que la arena vibrase con tanta fuerza como Viscero. Si bien otros combatientes tenían que dejarse la piel y desangrar a sus enemigos para conseguir la aprobación del público, ver a esta leyenda jonia ejecutar con precisión implacable a sus rivales era un espectáculo de otro nivel. Independientemente de si a Viscero le gustaba lo que hacía, no era simplemente un gran luchador, era uno de los mejores.