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La vestimenta tradicional de los discípulos Shojin nunca lució bien sobre los ambiciosos hombros del joven Lee Sin, cuyo potencial en bruto sobrepasaba con creces a lo que cualquiera de los demás discípulos pudo haber soñado. Aun así, llegó a aceptarla y a hacerse uno con ella, así como con el poder del dragón.