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El arrogante portador del Puño divino fue antaño un muchacho mortal a quien su predecesor le encomendó la misión de derrotar con los ojos vendados a los maestros de cada escuela de artes marciales antes de poder desafiarle en la cima de una peligrosa montaña. Victorioso, el muchacho se hizo con su título... y con una visión inmortal.