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La doma de dragones, para los pocos entendidos del tema, parece algo del dominio exclusivo de los yordles. Heimerdinger ha creído desde siempre que los dragones y la humanidad podían coexistir en paz gracias a la evidencia de siglos de su propia y fructífera investigación. Pitágoras, su cría de dragón, no tiene una opinión al respecto.