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¡Óyenos! Te rogamos, oh, despiadada Luna, que te dignes a bendecirnos con la sombra rojiza de tu majestuosidad celestial. Que este escudo nos guarde del azote de los encantamientos oscuros que asfixian nuestra tierra. Que este filo sea el mazo que acabe con los sirvientes de la brujería y del mal. Yo, Leona, juro cumplir con este cometido eternamente.