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Acudieron a Nilah envueltos en el crujido de zarzas y huesos y le ofrecieron un talento incomparable a cambio de su lealtad. Aceptó el pacto llenando un recipiente con el líquido de un carmesí intenso que goteaba de las espinas. Ahora tiene a su disposición dicha reliquia divina, así como la certeza de que está destinada a mucho más de lo que este aquelarre podría ofrecerle.